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#Chupatatu Challenge, Tanzania

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Lola Mellado, Product Manager África de Icárion

septiembre 2021

Lola ha soñado desde niña con viajar a África. Los documentales que veía en televisión alimentaban sus fantasías. Desde el sofá de su casa en una gran ciudad contemplaba con la boca abierta esos infinitos paisajes, aquel cielo plagado de estrellas, los animales vagando libres por la sabana… Cuando por fin llegó el momento, hace ya unos cuantos años sintió miedo. ¿Y si no era como lo soñaba? La respuesta a esa pregunta le cambió la vida.

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Llegó el momento de viajar

El pasado 5 de septiembre estaba a la vez nerviosa y emocionada. Por fin iba a regresar a África después de unos meses que se han hecho eternos y que sin duda han sido duros para todos. Me preocupaba tener todos los papeles en regla, la conexión, los trámites de llegada… Completar el visado y el formulario de entrada había sido muy sencillo y esperaba que continuara la suerte. Todo fue como la seda: los trámites en Barajas, la conexión en Doha y a la llegada pasar los controles fue mucho más fácil y rápido de lo esperado. Por fin estaba “en casa”. Nada más llegar encontré una cara conocida: Steve, un guía que había conocido en un viaje anterior. Nos saludamos con inmensa alegría y me presentó al protagonista de esta historia, nuestro guía en esta nueva aventura, Domi.

Un destino seguro

No nos engañemos. Es necesario viajar con seguridad, hoy más que nunca. Y, en este sentido, un viaje de safari era perfecto para nosotros, viajando en nuestro coche, con otra pareja y nuestro guía, en nuestro grupo burbuja, pasando casi todo el tiempo al aire libre o en nuestro vehículo con las ventanillas abiertas. Además, todos teníamos la tranquilidad de haber presentado una prueba PCR negativa a la llegada al país. Saber que los guías y el personal turístico ha sido vacunado también resultó muy tranquilizador. Muy pronto pudimos relajarnos y disfrutar de las vacaciones al máximo.

La emoción de volver a Tanzania

Es difícil explicar lo que sentí al encontrarme de nuevo en Tanzania. Durante algunos meses me pregunté si algún día llegaría este momento y me partía el corazón pensar que tal vez había perdido la oportunidad para siempre. Pero aquí estaba, en una Tanzania espléndida, salvajemente hermosa, más bella que nunca. Los días de safari se sucedieron con éxito y con experiencias de esas que se quedan en tu retina y en tu mente para siempre: un picnic rodeados de elefantes, los leopardos en el árbol, las familias de leones, un esquivo serval y uno de los momentos más emotivos que he vivido, el parto de una cebra. Siempre que viajo a África, percibo como un regalo todas esas experiencias e imágenes únicas que me ofrece. Cada viaje es distinto, siempre extraordinario, siempre diferente, siempre único.

Un guía muy comprometido

Uno de los factores que han convertido estas vacaciones en una experiencia extraordinaria ha sido contar con un guía maravilloso, muy comprometido con el medio ambiente y extremadamente profesional. Gracias a él, comenzó el reto. Todo empezó mientras almorzábamos cerca de un lago. Tanzania ha hecho un esfuerzo inmenso de conservación en los últimos años prohibiendo, por ejemplo, las bolsas de plástico de un solo uso. La mejora ha sido clarísima. Sin embargo, aún llegan residuos incluso a los parques nacionales. Y es un hecho que los humanos generamos una cantidad ingente de basura que puede acabar en cualquier parte. Domi vio que había algunas botellas de plástico en la orilla del lago. No lo dudó un momento, cogió un saco y las recogió. Unos días más tarde vino muy emocionado, resulta que se le había ocurrido una idea ¿y si cada uno de nosotros recogiera tres botellas de plástico al día? Un pequeño gesto para un mundo mejor. Así nació #chupatatu challenge, tres botellas en suajili. Domi se lo comentó a otros guías y profesionales del Turismo a través de un grupo de whatsapp y nuestra sorpresa fue mayúscula al ver que más y más personas se unían. Al día siguiente ya pudimos ver los primeros vehículos detenidos junto a la calzada, recogiendo botellas.

Nos unimos al reto

Domi nos propuso unirnos al reto y, por supuesto, no pudimos negarnos. Ese primer día recogimos tres botellas, pero al siguiente recogimos dos sacos. No podíamos ocultar nuestro entusiasmo por estar haciendo algo bueno, algo que sabíamos que era un gesto pequeño, pero significaba mucho. Si el movimiento se extendía ¿hasta dónde podía llegar? ¿Era esta nuestra oportunidad de colaborar para hacer un mundo mejor? La experiencia no pudo ser más emocionante. La gente de los pueblecitos se nos unía con una inmensa sonrisa. Otro coche se detuvo y sus ocupantes, dos chicos israelíes y su guía, se acercaron para colaborar: el movimiento #chupatatu había llegado para quedarse.

La recompensa

De este viaje me he traído muchos recuerdos inolvidables y un compromiso: si encuentro una botella de plástico en un parque, en un bosque, en un río… sin duda, la recogeré. Es el momento de hacer algo, de colaborar. No importa quién seas ni dónde te encuentres, tú también puedes hacer algo. ¿Te unes a nosotros? #chupatatu

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