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Bukhara, la joya de la Ruta de la Seda

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Lola Mellado, Product Manager África de Icárion

octubre 2024

Product Manager para África y Oriente Medio en Icárion, Lola lleva más de 15 años trabajando en el sector turístico, pero sintió la llamada de África mucho antes. Llevaba toda su vida soñando con hacer un safari y cuando por fin en 2008 tuvo la oportunidad de viajar a Kenia su vida cambió para siempre. Dejó su trabajo como periodista y luchó hasta conseguir una oportunidad como especialista en el continente del que se había enamorado. Siempre está planificando su próximo viaje a África.

Índice

La propuesta.

Lola apoyada en la pared de azulejos en Bukhara

Tengo que admitir que, cuando recibí la propuesta de viajar a Uzbekistán, la acepté muy agradecida, pero sin el entusiasmo habitual porque, aunque había escuchado maravillas sobre el país, no ha sido un lugar que tuviese en mi lista o con el que hubiera fantaseado en el pasado. Estaba segura de que sería bonito, había leído mucho, visto muchas fotos y me habían contado maravillas, pero he tenido la gran fortuna de estar en muchos sitios preciosos e increíbles y me parecía complicado que Uzbekistán fuera a causarme una gran impresión. Aun así, por supuesto, acepté. Un viaje es un viaje.

Serendipia.

Mihrab en la mezquita de invierno de Abdulaziz Khan Madrasah, Bujará, Uzbekistán

Según el diccionario, serendipia es un hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual. Creo que nunca había entendido completamente el significado de este término hasta que llegué a Uzbekistán. Nunca hubiera podido imaginar el gran impacto que Uzbekistán me causaría: la belleza del país, la amabilidad de sus gentes, la tranquilidad que se respiraba en sus calles, todo se aliaba para que cada momento fuese especial y único, para que la sorpresa que no esperaba me inundara desde el primer día hasta el último.

Un salto a otros tiempos.

Khiva, Uzbekistán Magnífica ciudad histórica

Llegamos a Bukhara desde Khiva. Esta pequeña ciudad amurallada me había parecido una joya, tan agradable de recorrer a pie. Una de las cosas que más me había llamado la atención fue esa sensación, tan placentera y poco familiar para los que vivimos en grandes ciudades, de seguridad absoluta. Puedes caminar solo, a cualquier hora del día o de la noche, sin ningún tipo de inquietud. Esa tranquilidad se siente y se respira en cada rincón del país.

Khiva, Uzbekistán Magnífica ciudad histórica

Por fin llegamos a Bukhara, viajando en tren soviético desde Khiva. Uzbekistán fue parte de la Unión Soviética hasta finales de 1.991 y la influencia de Rusia a nivel cultural, arquitectónico y hasta gastronómico es notable a lo largo y ancho del país. Uzbekistán cuenta con trenes mucho más modernos y cómodos, pero no operan todos los meses ni todas las rutas. La información llega con poca antelación y es difícil prever qué tren hará una ruta determinada en ciertas fechas. Viajar en el tren soviético, una reliquia que nunca esperé llegar a ver, me pareció una experiencia única y muy divertida, pero no para todo el mundo. No cuenta con aire acondicionado ni calefacción y está dividido en camarotes muy básicos con asientos que se transformaban en camastros. Y aunque lo intente, no creo que sea capaz de describir la impresión que me causaron los baños. Yo me lo pasé fenomenal y fue una magnífica oportunidad para hacer gala de mi superpoder: quedarme dormida en cualquier lugar y circunstancia. Sin embargo, como comprendo que no todo el mundo comparte mi muy útil habilidad, mi recomendación es sustituir el tren, cuando el que opere la ruta sea soviético, por un traslado por carretera.

Mejor que en casa.

Complejo Lyabi Hauz en Bukhara

Nada más llegar a Bukhara, nos acercamos a conocer el complejo de Lyabi Hauz, centro de la vida pública de la ciudad, gracias a su precioso estanque. Es un sitio tan idílico y agradable y a la vez lleno de ambiente y música que invita a sentarse en una terraza y simplemente disfrutar del momento. Un buen ejemplo del espíritu que imbuye la plaza es que está presidida por una estatua del mulá Nasrudín. Esta figura de la cultura popular de Oriente Medio monta un borrico tan pequeño que las babuchas le rozan el suelo. Este popular y alegre personaje es el protagonista de muchos cuentos que regalan moralejas divertidas. Así es el carácter de Bukhara: alegre, acogedor y espiritual.

En este punto debo destacar algo que me llamó muchísimo la atención. Por ofrecer un poco de contexto, lo primero que tengo que explicar es que odio ir de tiendas, desde siempre. Para mí, entrar a un comercio a comprar, ya sea un souvenir, o algo que verdaderamente necesite, me horroriza. Si además hay un vendedor entusiasta intentando convencerme de comprar lo que sea, hablándome en 150 idiomas, a ver si acierta con alguno y poniéndome una camiseta, un elefante de plástico o un gorro en la cara, me resulta bastante incómodo. Así que no puedo dejar de señalar que en Uzbekistán no solo podías pasear por la calle con tranquilidad, sino también pararte a ver un escaparate o entrar en una tienda sin ningún tipo de agobio o presión. Para mí, esto no tiene precio.

Las mil y una noches de Bukhara.

Imagen nocturna de la plaza de Registan en Bukhara

Cenamos en un restaurante junto al estanque y luego decidimos aprovechar y pasear por Bukhara, contemplando los impresionantes edificios iluminados y disfrutando de la sobrecogedora belleza de la ciudad. Bukhara también es conocida como la ciudad de la poesía y los cuentos de hadas, ya que todo el casco antiguo está lleno de leyendas e historias. Paseando por sus calles, suavemente iluminadas por la luz de la luna, uno puede entender por qué. No puedo pensar en ninguna ciudad tan perfecta como escenario de un cuento de hadas o de una historia de "Las mil y una noches".

Regresamos al hotel caminando, disfrutando de la tranquilidad que envuelve todo.

Una joya en la Ruta de la Seda.

Mezquita Poi Kaylan en Bukhara

El día siguiente lo dedicamos a conocer las innumerables maravillas que alberga Bukhara.

Bukhara es parte de la legendaria Ruta de la Seda, una red de rutas comerciales de la antigüedad que comunicaba las diferentes regiones de Asia mediante el comercio. Es una de las joyas turísticas de Uzbekistán. El centro histórico de la ciudad está incluido en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Según las estimaciones más conservadoras, esta majestuosa ciudad tiene más de 2500 años de antigüedad y en su territorio se encuentran numerosas mezquitas, madrasas y tumbas de santos islámicos. A lo largo de la historia se ha dicho que una luz llena de Gracia desciende del cielo sobre todas las ciudades musulmanas, pero solo por encima de Bukhara esta luz se eleva de regreso al cielo. Es curioso porque cuando contemplas las perfectas cúpulas azules elevarse por encima de la ciudad, como si quisieran fundirse con alguna fuerza invisible que habita en la bóveda celeste, todo adquiere un aura casi mística. Puede que, efectivamente, la luz llegue al cielo elevándose sobre las cúpulas de la sagrada Bukhara.

Un poco de gastronomía.

Señoras vendiendo en un mercado pan tradicional de Uzbekistan

Tras una mañana visitando los mausoleos, las mezquitas, los minaretes y todas las joyas arquitectónicas que alberga Bukhara, había llegado la hora de probar un plato típico uzbeko, el más popular, precisamente: el consistente Plov. Este plato se prepara de muchas formas diferentes, pero consiste básicamente en una mezcla de arroz, verduras, carnes y, en ocasiones, incluso huevos de codorniz.

Vista del patio del complejo conmemorativo Bahauddin Naqshbandi

Aunque después de un almuerzo tan copioso, el cuerpo pide una siesta, en Bukhara no hay tiempo que perder. A solo 30 km de la ciudad encontramos el sepulcro de la madre de Bahouddin Nakshbandi, este complejo conmemorativo es un santuario musulmán que se ha convertido en un importante lugar de peregrinación a nivel mundial. Naqshbandi fue el mentor espiritual del famoso conquistador Amir Temur e hizo la peregrinación a La Meca 32 veces. Abogó por la modestia y la sencillez, rechazando el lujo. Especialmente impresionante me pareció el complejo conmemorativo de Chor-Bakr que se construyó sobre el lugar donde fue enterrado uno de los cuatro descendientes de Mahoma.

Hasta pronto.

Lola en la plaza de la Mezquita Poi Kaylan en Bukhara

Al día siguiente llegó la hora de partir hacia la mística Samarcanda, la ciudad más famosa de Uzbekistán y una de las ciudades más hermosas de la Ruta de la Seda. Reconozco que abandoné Bukhara con cierto pesar. Me había parecido una de las ciudades más bellas y sorprendentes que he tenido la suerte de visitar. Como me pasa muchas veces, sentí que me llevaba algo de Bukhara conmigo y también que dejaba un pedacito de mí aquí. Eso es bueno, porque algún día tendré que regresar a recuperarlo.

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